Si eres escritor, Las aventuras de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle es un gran ejemplo de cómo el narrador testigo puede aportar profundidad y perspectiva a una historia. En esta colección de relatos, el Dr. Watson, compañero inseparable de Holmes, narra los casos. Su punto de vista limitado añade una capa de misterio, ya que, al igual que tú, él también descubre las pistas y las deducciones de Sherlock a medida que avanza la trama. Esto genera suspenso, manteniéndote intrigado mientras Watson comparte su asombro y admiración por las habilidades de su amigo.
El narrador testigo permite que el protagonista, en este caso Sherlock Holmes, mantenga su aura enigmática. Al no estar dentro de la mente de Holmes, su genio es percibido de manera más impactante. Además, Watson aporta un toque humano a la narración, conectándote con las emociones y dudas de un personaje cercano a ti, lo que facilita tu inmersión en la historia.
En resumen, Las aventuras de Sherlock Holmes demuestra cómo el narrador testigo puede enriquecer la narración al crear distancia entre el lector y el protagonista, aportando misterio y emoción a cada página.